El México de mis recuerdos, el de mi infancia, el de mis abuelos, el de los hombres a caballo y de sombrero, de los charros, de los palenques, de las películas de Pedro Infante, Jorge Negrete y Antonio Aguilar, el de provincia y el México que ha formado artísticamente a la Dinastía Aguilar, ese es el México que aprecié en “Jaripeo sin fronteras”.
Es el espectáculo liderado por el cantante y empresario mexicano Pepe Aguilar, en el que desde hace unos años, no solo le rinde homenaje y tributo al legado de sus padres, Don Antonio Aguilar (1919-2007) y Doña Flor Silvestre (1930-2020), sino que también, realza el amor a la identidad mexicana, a la mexicanidad, a su música, a sus canciones, a sus caballos, a sus suertes charras.
La verdad es que, algo de ese México vive en algunos de nosotros, que crecimos yendo a los jaripeos en familia, escuchando la banda de la música de viento, viendo las suertes charras y las montas, los espectáculos ecuestres.
¿Cómo no va a provocar amor y emoción al verlo si Jaripeo sin fronteras evoca las fibras más bonitas de la identidad mexicana y del género mexicano?
Y aunque a veces se dice que las ciudades destruyen las costumbres, en Chicago las costumbres de pueblo, de rancho, siguen vigentes como orgullo, como identidad, para los mexicanos de provincia, de campo, que aman y se identifican con ese México de antaño, porque es el México con el que conectan.

Pepe no es para nada ajeno a estos espectáculos. Nació en Texas, precisamente en medio de una gira de sus padres con el mismo. Sus primeras actuaciones las hizo siendo parte de ellos, al igual que su hermano, Antonio Jr. También actuaron en las películas de sus padres, y desde chicos, cantaban con mariachi y montaban a caballo.
Ahora, la Dinastía Aguilar tiene a los nuevos herederos, Leonardo y Ángela, los hijos de Pepe, y Majo, la hija de Antonio Jr., aunque ella no participa en “Jaripeo sin fronteras”, su padre sí, como evocando esos momentos que él y Pepe vivieron con sus padres, cantando temas y contando anécdotas de su padre y de su madre.
En plena gira 2022, la primera presentación de “Jaripeo sin fronteras” en Chicago, ocurrió el 30 de septiembre, como cierre del mes patrio. Ver a Leonardo abrir el espectáculo montado a caballo interpretando “Lamberto Quintero”.
A su tío Antonio cantando “Cuatro meses”, «Puño de tierra» y contar anécdotas de sus padres.
A Ángela cantando magistralmente “La llorona”, además de «Como la flor», que fuera éxito de la reina del tex-mex, Selena.
Y Pepe, temas como “Por mujeres como tú”, simplemente es un deleite.





Ver los trajes de charro, los sombreros, los caballos, los vestidos de Ángela, más las montas, las suertes charras, y de paso rendirle homenaje a esos grandes que ya se fueron — Antonio Aguilar, Vicente Fernández, Joan Sebastian, Juan Gabriel— es reconocer que cada uno aportó algo a México y que todos ellos, estuvieron alguna o varias veces siendo parte de la historia de la comunidad mexicana en Chicago.
Y Pepe lo sabe. Y por eso también él, ahora, es uno de los máximos exponentes de la mexicanidad. La quiere, la respeta, y aunque a veces rocanrolea y ha rocanroleado, no puede desprenderse de la tierra, de la costumbre. Es ahí donde este concepto de “Jaripeo sin fronteras”, traspasa fronteras y conecta. Porque como México, tiene muchas cosas que ofrecer y mucho corazón.
Quizá “Jaripeo sin fronteras” es una oda al México de provincia que ya se fue o que de repente, parece irse. Pero ese México de campo, de charros, de caballos, de música de banda y que le canta al amor, desamor, traiciones y amistades, sigue siendo para muchos, referente de cómo sentimos y vivimos nuestra mexicanidad.
Y eso no es cosa de moda. Es nuestra identidad, nuestra tradición, nuestro corazón. Y también es para la generación joven actual. Cuentan con dos grandes exponentes que ponen en alto no solo el nombre de México sino el de su familia: Ángela y Leonardo, cada uno con su estilo, su personalidad, pero con un respeto y dedicación a hacer con amor su trabajo.
En Chicago —y podría decirse, en el resto del país y de México—, luego del retiro de Vicente Fernández en 2012, de la muerte de Joan Sebastian (2015) y de Juan Gabriel (2016), el único que puede traer un espectáculo así y amarlo así, es Pepe Aguilar y la Dinastía Aguilar. Porque lo traen ya de “nacencia”.