El México de ayer y el de hoy. Sus contradicciones y choques culturales han sido el origen de manifestaciones artísticas únicas, imperecederas que se bordan como tradiciones no escritas en piedra, sino como arte en movimiento, que cambia, que danza.
La bailarina y coreógrafa Amalia Hernández hizo de su nombre una institución, una leyenda.
En 1952 fundó con sólo ocho integrantes, el Ballet Folklórico de México, que en seis décadas de existencia ha reescrito la historia de ese país y ha sido su embajador cultural en otros países.
Hernández falleció en el 2000 y su legado vive con más fuerza.
“Un crítico mexicano resumió la historia del ballet diciendo que en México, la danza es un antes y después de Amalia Hernández. Ella creó, promovió y le dio una categoría a la danza tradicional de México. Ha sido trascendental en la historia y nos toca a nosotros seguir esa labor”, dijo Salvador López, director general del Ballet Folklórico de México y nieto de Hernández.
En casi 70 años, la compañía pasó de tener ocho integrantes a 600, a darle la vuelta al mundo y a ser admirada por más de 350 millones de espectadores y realizar más de 260 funciones al año.
La compañía tiene dos ramas. Una se queda en la sede oficial que es el Palacio de Bellas Artes donde realizan presentaciones todas las semanas y otra que es la que sale de gira.
«En México, la danza es un antes y después de Amalia Hernández».
Salvador López, nieto de Amalia Hernández
Chicago tiene un significado especial para la compañía. Fue durante los Juegos Panamericanos de 1959 realizados en esta ciudad que actuaron representando a México.
“Es la segunda ciudad de EE.UU. con mayor población de origen mexicano y más allá de eso, es una ciudad importante en términos de cultura e infraestructura. Estar ahí es siempre una visita muy interesante. Nos permite llevar la mejor cara de México. El Ballet es un embajador cultural de nuestras tradiciones, del sentir y la magia de México”, contó.
Los retos en los nuevos tiempos
Estar al frente del Ballet implica para López, no solamente la responsabilidad de mantenerlo como una institución, sino también es destacarlo como una de las instituciones culturales más importantes a nivel mundial.
“No es solo mantener el nivel artístico, es mejorarlo, tener nuevos proyectos (…). Es mucho trabajo, pero vamos por mucho camino, el Ballet está mejorado”, dijo López.
Estar al frente del taller es para él algo que está más allá de su voluntad.
“Crecimos con esto. Entendimos la mística, la manera de trabajar, que es un proyecto de disciplina. Estamos aquí, era nuestro destino trabajar con esta gran institución”.
“El ballet ha sido pionero en presentarse en teatros dedicados a la música clásica u ópera. Lleva un mensaje de la magia, de la fuerza, de la espiritualidad de nuestra cultura”, agregó su director.
A la par, también es una compañía muy competitiva, catalogada como la mejor del mundo, según López.
“Hace notar que (en México) tenemos organizaciones profesionales, comparada con las mejores del mundo, esto gracias al contraste y la diversidad de nuestra cultura. Muestra el mosaico de las tradiciones de un país milenario, que data de las épocas prehispánicas y demuestra que el folclore sigue vivo a través de una institución como el Ballet Folklórico de Amalia Hernández”, puntualiza.
Mantener y preservar el legado es difícil, dice, ya que es un trabajo de gran disciplina.
“El éxito está basado en el trabajo diario, tenemos que pensar que la compañía se vea joven, renovada, que sea una compañía con una vitalidad importante, que los bailarines y los músicos tengan una mejor preparación cada día. Esto implica el trabajo de muchas personas. El ballet es una bandera de México, es patrimonio cultural de todos los mexicanos y hay que cuidarlo como tal”, aseveró.
Compendio de dos entrevistas realizadas a Salvador López, director general del Ballet Folklórico de México y nieto de Hernández. La primera, publicada en 2012 y la segunda, publicada en 2015.