Rubén Salazar el mito, en la obra ‘Voz heroica’, de David Alfaro Siqueiros, actualmente como parte de la exhibición ‘Galería sin fronteras’ en el Museo Nacional de Arte Mexicano, en el barrio de Pilsen. Foto: Gisela Orozco
El documental ‘Rubén Salazar: Man in the Middle’, de Phillip Rodríguez, muestra la faceta real del periodista mexicano, lejos del mártir de la comunidad chicana.
El 29 de agosto de 1970 el periodista mexicoamericano Rubén Salazar murió dos veces: Física y profesionalmente y pasó a la historia con una imagen muy distinta y alejada de lo que realmente fue: Como un ícono de la comunidad chicana.
Ese día, una multitud de 30,000 personas asistió a la protesta chicana contra la guerra, conocida como el «Chicano Moratorium» y realizada en Los Angeles, California, la manifestación más grande de mexicoamericanos hasta hoy.
Después de un incidente que inició el caos, los oficiales de policía se trasladaron al parque haciendo uso de su autoridad lanzando gas lacrimógeno.
Salazar cubría los eventos ese día al lado de un colega de KMEX. En medio del motín embravecido, se protegieron en el deslucido Silver Dollar Cafe.
Los policías rodearon el edificio rápidamente y, según su recuento, ordenaron desocupar el local.
Decenas de personas que se encontraban dentro testificaron después que jamás escucharon dicha orden. Mientras tanto el oficial Thomas Wilson —entrevistado por primera vez para el documental_ disparó los primeros dos proyectiles de gas lacrimógeno hacia el lugar. Entre el caos y el humo asfixiante, los ocupantes salieron a rastras. Todos excepto Salazar.
A sus 42 años, Salazar era uno de los únicos periodistas mexicoamericanos en trabajar en un periódico norteamericano, el LA Times, oportunidad que usó para escribir crítica e imparcialmente sobre los problemas de la comunidad latina de EE.UU.
Siempre en el medio de la comunidad norteamericana y la mexicana, se la pasaba explicando una a la otra, disculpándose por ser “muy mexicano” para los norteamericanos o “muy norteamericano”, para los mexicanos.
Nacido en México y criado en El Paso, Salazar inició su carrera en Los Angeles Times en 1959, cuando casi el 100% de los empleados eran hombres blancos. Pero Salazar no tenía la intención de reparar los daños de la sociedad hacia los mexicoamericanos; él sólo quería ser un reportero exitoso y se rehusaba a ser catalogado como el ‘reportero mexicano’.
Su muerte se dio en circunstancias nada claras, durante el moratorio chicano. ¿Error? ¿Complot? Esas respuestas se dan en el documental “Rubén Salazar: Man in the Middle”, dirigido por Phillip Rodríguez, quien realizó el documental con el propósito de presentar una imagen más objetiva de Salazar.
“La historia latina en este país es entendida como un cliché, como una mitología, con mucho sentimentalismo. No creo que la comunidad pueda crecer y desarrollarse si no se ven de una manera certera. Eso fue lo que hice. Intenté sacar a Salazar de ser un mito y ponerlo como un personaje histórico”, precisó Rodríguez en entrevista telefónica.
Al director le parece que la historia de Salazar era un reto, sobre todo porque en su tiempo, la comunidad latina en EE.UU. era, por mucho, más pequeña que ahora.
“Hay algo muy instructivo acerca de los valores de Salazar para las nuevas generaciones, particularmente en una etapa en la que el valor del periodismo ha decaído y está en una etapa de retos. Debemos ver en Salazar como a alguien que insistió en la claridad, transparencia y que nunca tuvo miedo de decir la verdad sobre el abuso del poder y las condiciones injustas”, destacó
Sin visión romántica
Escuelas y becas han sido bautizadas bajo el nombre de Rubén Salazar, el profesional. Más de su carrera periodística como prueba: Entre 1964 y 1968 Salazar trabajó como corresponsal en República Dominicana y Vietnam, después como Jefe de Agencia en la Ciudad de México. Pero mientras estaba fuera, un nuevo y cada vez más visible movimiento chicano crecía en las calles de Los Ángeles, California.
Salazar estuvo en México justo para la matanza de Tlatelolco en 1968, pero tuvo que dejar su puesto, porque a ojos de los directivos del LA Times, era la mejor opción para cubrir el movimiento chicano. Salazar no estaba muy de acuerdo, pero pese a ello, fue asignado de regreso a Los Ángeles, y comenzó a escribir acerca de la discriminación policiaca en contra de los mexicoamericanos, su relación con los afroamericanos, y los grupos de jóvenes radicales.
Rodríguez enfatiza que su documental muestra además, que la comunidad debe dejar a un lado los sentimentalismos y la autocompasión, sembrada por la tan famosa frase “no soy de aquí ni de allá”.
“Esas son tonterías, somos más grandes que eso porque somos de ambos lados, somos más capaces en una realidad global. La identidad latina es mucho más interesante y extremadamente poderosa y capaz por vivir en distintas culturas a la misma vez, esa es una gran virtud y oportunidad. La historia de Salazar no es la de una víctima, sino que su trabajo sigue viviendo, porque lo hizo con coraje y honor, por eso quise hacer este filme”, agregó.
Más modelo a seguir que mártir
“Rubén Salazar: Man in the Middle”, ofrece además esa otra lectura: Que la comunidad latina no necesita líderes, sino sujetos proactivos.
“Hay muchos niveles en los líderes. Algunos en ocasiones no hacen nada. Salazar era muy crítico con ellos, estaba en contra de los que se ponían en el escenario por oportunismo. Jorge Castañeda dice que los mexicanos adoran la victimización. En el caso de Salazar, cuando los chicanos lo pusieron como mártir del movimiento, lo borraron como individuo, como profesional. Y esa parte es la que debemos de rescatar y valorar de él, la de un mexicoamericano, latino y norteamericano que lo logró todo por sí mismo. Ese ejemplo y modelo a seguir sí es necesario, ese es el verdadero legado de Salazar”, aclaró el cineasta.
¿Había sido la muerte del periodista de 42 años un accidente o era el blanco? Se realizaron los exámenes forenses pero ningún cargo criminal fue formulado. Para llegar a la verdad, los realizadores pasaron casi dos años presionando a las autoridades del Departamento del Alguacil de Los Angeles y al Departamento de Justicia de Estados Unidos, para que revelaran información sobre la muerte de Salazar.
Ya que el Departamento del Alguacil se rehusó a revelar los documentos, los productores de la película, con el apoyo del Fondo Mexicoamericano para la Defensa Legal y la Educación (MALDEF), interpusieron una demanda para que fueran revelados. En diciembre del 2012 el Alguacil y el Condado acordaron entregar los archivos, nunca antes vistos, con fotos originales, película y otros documentos.