Ese encuentro con uno de los directores de cine mexicanos que han usado su obra para hacer crítica social y hablar de asuntos reales e incómodos.
El director mexicano Felipe Cazals lo sostiene: la invasión del líder revolucionario mexicano Francisco Villa a EE.UU. fue un error.
Y tiene como base lo documentado en el libro «Chasing Villa», escrito por un asesor del del general John J. Pershing, que estuvo al mando de la Expedición Punitiva, nombre de la campaña militar que el gobierno de EE.UU. llevó a cabo en México para capturar al jefe revolucionario.
Fue un error porque fue una venganza personal de Villa, fue una decisión del departamento de estado de hacerle una celada. En Columbus estaban estacionados unos trenes que había comprado y el hombre que le hacía la negociación, el Departamento de Estado lo hizo desaparecer. Cuando Villa se enteró, decidió ir por lo suyo y ahí viene una anécdota para que todos los que te lean lo sepan. Villa no cruzó el río, nunca llegó a Columbus, se quedó montado en el caballo que le regaló Felipe Ángeles, que se llamó Canciller. Los otros 90 soldados cruzaron y desobedecieron a Villa que les había dicho ‘le caen al cuartel’ y ellos le cayeron al hotel. Incendiaron el hotel y por eso se hizo el escándalo que se hizo.
«Es un asunto muy mexicano», describió el realizador.
Y eso es lo que narra en su filme «Chicogrande», cuyo guión también escribió basado en un texto de Ricardo Garibay.
En el filme, vemos a Villa, después de la frustrada invasión a Columbus (Nuevo México) emprende la retirada, pero en la ciudad de Guerrero es herido en un pierna por las tropas carrancistas. Los estadounidenses en territorio mexicano inician una persecución masiva para capturarlo.
Villa se refugia en la sierra, en lo más profundo de las montañas. Chicogrande (Damián Alcázar), un joven villista, tiene el encargo de conseguir asistencia médica y no duda en sacrificar su propia vida.
«Chicogrande» se ha presentado según citó Cazals, en 22 festivales internacionales de cine y ha tenido una respuesta muy buena de la audiencia.
«Sobre todo porque también debes entender que mucha otra gente que no sea mexicana o latinoamericana hace paralelismo entre la película y lo que ha sucedido en Granada, en Panamá, en muchos otros lados. No es mi intención hacer un paralelismo, trato de hablar de la lealtad. Eso es lo que cuestiona la película: ¿Seguimos siendo leales?, ¿A qué y a quién?, que al fin y al cabo de eso se trata este asunto», destaca.
«Vivimos en un país que reclama que las películas sean más que entretenimiento. La gente lee poco, ve en la televisión cosas bastante tontas. Entonces, el cine tiene más compromiso».
FELIPE CAZALS
En ese sentido, considera que el filme ha sido un éxito, porque ha logrado cuestionar al espectador.
Villa es inclusive en la película, ya lo ha dicho, Cazals en otras entrevistas. Es una presencia tangencial.
«Es el espíritu del villismo, que podía ser el del zapatismo. Al fin y al cabo la Revolución Mexicana es la primera revolución con unos ideales absolutamente transparentes y claros después de que la mitad del país había sufrido una miseria de 30 años, el 97 por ciento del país era analfabeta. Villa y Zapata son los grandes ejemplos de esos ideales, son los grandes perdedores de la Revolución, por desgracia, pero la película habla del villismo, de alguien que le es leal a Villa, que sabe que aunque sacrifique su vida, lo que importa es salvar a Villa que en ese momento ya está en declive, ya comenzó su declinar, ya es un guerrillero, ya no es el gran General de la División del Norte. Meses después era un guerrillero sin nadie alrededor, es un mito, una presencia. De ahí que la película pregunte ¿a quién le eres fiel?, ¿estás leal al mundo de los desamparados o a tus pequeño mundo, a tus pequeños intereses?», cuestiona.
Es por eso que en su obra cinematográfica trata de mantener una posición crítica, de situar su punto de vista.
Su dulce revancha
«Chicogrande» lo define su creador como un western fronterizo y se da el lujo de reinvindicar la figura del mexicano, que en los westerns americanos, destaca «los personajes mexicanos siempre los interpretan gringos disfrazados de mexicanos. Y nos hacen quedar muy mal. Esa nos la debían», agrega. Pero él no hizo a los gringos una caricatura.
Lo que sí, mantuvo las reglas básicas, las de oro del género western, que dice no es fácil de hacer.
Otra dulce revancha en «Chicogrande» es que en un filme de Sam Peckinpah, clásico director de western, los mexicanos despiden a los norteamericanos con «Las golondrinas».
En «Chicogrande» los despiden con mentadas de madre. «Sin hacer menos a Sam Peckinpah; pero eso de recordarles a su madrecita no es grave, no hay que indignarse».
Satisfecho con su obra
Cazals dice que en su carrera ha visto y hecho películas de todo tipo.
El director sostiene que el cine muchas veces no es mensajero, pero eso depende del que lo haga.
«El cine no tiene por qué tener un contenido. Algunos de nosotros creemos que sí, porque vivimos en un país que reclama que las películas sean más que entretenimiento, la gente lee poco, la gente ve en la televisión cosas bastante tontas, entonces el cine tiene más compromiso, a nuestro juicio. Es un juicio que hemos mantenido en los últimos 40 años y hay a quien le gusta nuestro cine. La clase alta mexicana nos detesta yo entiendo muy bien por qué, pero me da mucho gusto que mis películas hayan sido muy populares. El cine no es bueno o malo, es el que se queda o el que se olvida».
Entrevista originalmente publicada en Hoy, el 13 de abril de 2011.
De lo selecto de Cazals
1.Los motivos de Luz (1985)
2. El año de la peste (1979)
3. Canoa (1976)