
CHICAGO- En este oficio, lo que uno quiere es hacer entrevistas. Algunas pasan sin pena ni gloria. Otras son relevantes, las que uno busca, persigue, espera por ellas, sueña. Como entrevistar a Joan Sebastian lo era para mí.
Lo había intentado ya en 2005 cuando se presentó en el Allstate Arena; yo trabajaba para el semanario La Raza.
Ya estaba tras el escenario después del concierto. Vimos a Federico hermano de Joan y a su hijo Sebastián (+). Esperé como hora y media. A mi lado estaba la siempre amable Nena Navarro, fotógrafa que conoce y tiene gran colección de fotografías históricas de los conciertos en Chicago de muchos artistas mexicanos desde la década de los 80.
Estaba en los primeros meses del embarazo y empecé a sentir mareos y las náuseas propias, así que emprendí la retirada. Nena me contaría después que, como media hora después de que me fui, me iban a dejar pasar para entrevistar a Joan. Pero mi estado “interesante” no lo permitió.
Pasaron cuatro años para que pudiera entrevistar a Joan.
Ya trabajaba en Diario Hoy cuando el 21 de agosto de 2009 Joan Sebastian dio un concierto a beneficio de Salomón Carmona, locutor y actor de Chicago, entre otras cosas, quien es originario de Yuriria, Guanajuato, más específicamente de los ranchos Zapotitos y de El Puerto.
Yuriria-Chicago
A Joan Sebastian y a Salomón los une una amistad de años, de cuando ambos llegaron como migrantes a Chicago a trabajar y a comenzar su carrera, mucho antes de la fama de Joan como “poeta del pueblo” como “rey del jaripeo” cuando era simplemente un inmigrante más que trabajaba en Chicago, de nombre José Manuel Figueroa.
En Yuriria era sabido entre chismes de vecinas y parientes, que Joan Sebastian iba a la casa de los papás de Salomón, ahí en la calle 16 de septiembre.
La familia de Salomón y la mía se conocen de toda la vida, tenemos primos en común, entre otros parientes ya no directos.
Nuestra prima en común, con la que crecí, siempre me contaba que Joan Sebastian iba a la casa de su tía Genoveva.
Yo le decía que no fuera mentirosa, como cualquier niña de la edad, creía que mi prima era fantasiosa. Hasta que le pregunté a mi tía y emocionadísima, me dijo que sí era cierto. Entonces sí creí que Joan iba a Yuriria.
Recuerdo el primer jaripeo donde lo vi, en el campo de béisbol, donde se hacían en ese entonces, los jaripeos. Fue el 5 de enero de 1990 y después de ir a una boda -donde para no variar, comimos carnitas- con mis tías y primos nos fuimos al jaripeo. Qué importaba la boda y el baile, si primero, no era de algún pariente y segundo, Joan Sebastian estaba en Yuriria. Eso sí que era acontecimiento.
Tenía 11 años y recuerdo cada instante de ese jaripeo. Al verlo entrar en un majestuoso caballo blanco al ruedo, supongo que mi mente infantil condicionada por los cuentos de príncipes y esas cosas, Joan le debió parecer lo mismo que un príncipe -nunca había visto caballo tan bonito, ni en los calendarios de las carnicerías, ni en las fotos de los que tuvo mi abuelo, “el charro”-.
Hombres con ese porte y a caballo, no había muchos por esos lares y el Joan alborotó el gallinero, como era costumbre en todos lados que se presentaba. Las mujeres gritaban, los hombres le aplaudían y los niños osados, se atrevían a ir detrás del caballo, alrededor del ruedo.
Hubo un problema en ese jaripeo. Dedicó una canción a las “tabiconeadas” -maquilladas en exceso- y dos señoritas de familia, de esas que se jactan del apellido, lo tomaron a título personal y le recordaron a su mamá, así, gritándole.
Joan se enojó y no volvió a Yuriria en muchos años. Me parece que regresó en otras ocasiones. Yo solo lo vi esas vez.
En esos sitios de “tierra caliente” o en las pequeñas ciudades provincianas como Yuriria, donde las fiestas grandes se festejan con peregrinaciones, quema de castillos, los jaripeos son ese otro elemento festivo que hacía nuestra vida cotidiana especial.
Hay toda una cultura, indumentaria y significado en los jaripeos. Algunos lo verán simple, otros demasiado corriente, vulgar, salvaje o hasta ranchero.
Pero, cuando se crece en esas ciudades, los jaripeos eran nuestra única diversión, todo un acontecimiento que emocionaba hasta a la más apática -vaya, que eran la única forma de salir a “orearse” o a “echar pegue” junto con ir a dar la vuelta al jardín o ya de perdida, ir a misa- que requerían una preparación e indumentaria, porque uno no sabía si podría salir con “chicle” o no para continuar las fiestas.
Hay algo en ese ambiente: El olor a tierra mezclado con cerveza, el calor que se sentía tras una tarde de contemplar montas de jaripeo buenas, malas, arriesgadas o que pasaban sin pena ni gloria. En la infancia los gritos de las abuelas, madres, tías y mujeres en general, cuando un jinete caía del toro, o cuando éste lo lastimaba, las risas de ver a los que pasados de copas.
En la adolescencia, los muchachos que con cerveza en mano, daban vuelta por el ruedo, luciéndose; el vendedor de dulces, chicles, chocolates, pistaches y garapiñados -que por cierto, se parecía a Chabelo-, los coqueteos del grupito de amigas con los jinetes y al terminar el jaripeo, bajarse al ruedo a bailar luego de intercambiar miradas o hasta las retas en los concursos de baile.
Todo un ritual que se ha quedado sin el que fuera llamado “el rey del jaripeo”.
Cita en Chicago
Ya en Chicago, lo vi en varias ocasiones. En 2003 cuando vino con José Manuel su hijo y su entonces novia Ninel Conde, en el concierto de 2005. El 19 de abril de 2009 vino con Jenni Rivera (+) al Allstate Arena; a ese concierto no acudí.
Recuerdo en especial la del concierto a beneficio de Salomón,de ese mismo año, porque tras esperar toda la noche y madrugada, Joan me concedió una entrevista, por intercesión de Salomón -todo por ser yo de Yuriria, pariente de sus parientes-.
Escoltada por Salomón, subí al autobús de Joan. Estaba sentado y recuerdo que se talló un par de veces las manos sobre el pantalón. Eran los tiempos en que, en las notas faranduleras sólo se hablaba de sus relaciones sentimentales, el escándalo y habladuría que se armó por tener a las hermanas Lanuza, las guatemaltecas que llevaron como huéspedes a su rancho y que empezaron una campaña de autopromoción. Francamente no me interesaba hablar de eso. No lo hice.
A mi editor en jefe de ese tiempo, Alejandro Escalona, le dije que teníamos que llevarlo en portada. Que era muy raro que Joan diera entrevistas y que esa madrugada, sólo a mí me la había concedido.
Este es el texto que se publicó en la edición del 24 de agosto de 2009 de Diario HOY. Fue portada ese día.
Dice sabiamente el dicho popular: “Más vale tarde que nunca” y ese fue el caso del concierto de la noche del viernes de Joan Sebastian en el salón Condesa del Mar, un espectáculo por el que no cobró y que se hizo a beneficio de su compadre del alma, el locutor y actor Salomón Carmona, quien fue diagnosticado con cáncer linfático y leucemia a finales de 2007.
Debido al mal tiempo, el viaje del “poeta del pueblo”, no llegó a tiempo a su cita y la incertidumbre reinó toda la noche. Después de la presentación de los Sementales de Nuevo León y de la Original Banda El Limón, Joan llegó a las 2 de la mañana del sábado.
Comenzó cantando “Tatuajes”, ante el aplauso de los asistentes que lo esperaron pacientemente. Esa espera valió la pena ya que el cantautor ofreció un concierto único e íntimo y a pesar del cansancio del viaje, se le vio entero y entregado, como dijo, consciente del compromiso que había hecho.
Cumplió y de qué manera. Se disculpó con el público, cantó sus mejores temas y dijo a la gente, que cuando tuvieran oportunidad de olvidar lo que hayan prometido, lo hicieran.
“Hace 15 años le regalé un show a Salomón y luego dije: ‘No le vuelvo a regular un show a este ca… no le regalo ni un show a mi mamá, ¿por qué le voy a regalar un show? me había prometido no darle otro. A mí la vida me ha enseñado tanto y no hay un show que me complazca más en el alma que éste. Le regalé el show con todo el corazón pero si alguien de ustedes se siente defraudado, pásenme a cobrar su boleto, de corazón, si uno de ustedes está inconforme”, dijo al público.
Al término de esa velada, en plena madrugada, tuvimos la oportunidad única de hablar con el afamado cantautor guerrerense.
Mencionaste algo muy especial en el escenario. Que estás cumpliendo 40 años de carrera y que lo estás disfrutando como nunca.
Efectivamente, cuando se siembra con ahínco, con fe, a veces con coraje, pero coraje del bueno, la cosecha no se deja esperar. Empecé a los 17 años mi carrera, a los 18 ya tenía mi primer disco en el mercado. Tengo 58 años de edad y 40 de carrera y me llena de satisfacción decirlo: que sí se pudo, y cuando lo digo quisiera, sin pretender ponerme como ejemplo, dar testimonio a la juventud sobre todo, que quiere realizar sus sueños cualquiera que sea, que con amor, con dedicación, sin claudicar, se puede. Ahora veo para todos lados y no siento más que agradecimiento con Dios, con la vida, con el público.
Todo ese trabajo te ha compensado. Ahora te buscan para que produzcas discos y tienes un lugar único.
Hace unos días precisamente estuve en Miami definiendo con una marca de guitarras mundial, la Gibson, que está dedicándome una guitarra; en sí, son dos, me pidieron que las bautizara, y una se llama “Soñador” y la otra “Triunfadora”; una para el diario, para los que empiezan, y la otra para los que ya están en escena, cosechando éxitos y la verdad me siento muy honrado de cosas como esas. Yo nunca pensé que me pasaría y mucho menos mi padre, cuando me regaló la primera guitarra que compró en un cuarto viernes, en una feria. Pagó 150 pesos por ella, y por supuesto que esa no la cambio por ninguna, ni por una edición especial. Todavía la conservo.
¿De dónde surge esa inspiración que te ha convertido en el poeta del pueblo?
Primero que nada, agradezco el regalo de la vida. Y seguramente, también la genética tiene que ver, esto va a escandalizar a algunos, pero la verdad, yo creo que mi locura o mi inspiración atiende a que soy hijo de primos. Soy nieto de cuatro primos, es decir mis dos abuelos, tanto el paterno como materno, eran primos hermanos y mis dos abuelas, eran primas hermanas. Mis papás eran primos segundos pero en partida doble, seguramente por eso nací tan loco, para empezar. Ya en serio, tuve la fortuna de crecer empapado de música del campo, mis papás eran cantantes naturales, crecí con la fortuna de sentir la influencia de José Alfredo Jiménez, de Chava Flores. A mis seis años mi padre me llevó mi primer radio que sintonizaba cuando el cuadrante estaba muy libre, en las montañas de Juliantla y escuchaba una estación de Nashville, Tennessee. Todo eso hizo que surgiera mi música con tanta versatilidad, a eso atiende en gran parte, aparte de lo soñador, de lo enamorado y lo romántico que sea yo, también la época tan maravillosa en la que crecí.
¿Otro artista aparte de los mencionados que haya sido influencia?
No podría definirte si quise emular o imitar a nadie en especial, pero definitivamente cuando abrí los oídos, cuando empecé a notar de quién son las canciones, ya te mencioné a Chava Flores y a José Alfredo (Jiménez) y también está (Agustín) Lara, que lo descubrí ya siendo adulto pensante. Hay muchos más que respeto, pero a mis 13 años en 1963 o 1964, escucho por primera vez a una gente que admiro y que quiero mucho: Leo Dan. Él cantaba una canción antes que yo, me ganó el nombre “Celia”; Leo es una gran influencia en mi vida, para muchos esto es sorpresa.
¿Cuáles son tus próximos planes?
Saco un disco al mercado la semana que entra, se llama “Pegadito al corazón”, el primer corte es “Te irá mejor sin mí” y que el mercado me reporta que ya está en sexto lugar de ventas a nivel nacional, a nivel general en pop y regional. Estoy muy agradecido con los resultados; viene un dueto con Thalía que disfruté muchísimo (“La duda”); viene el disco de ‘El Potrillo’ (Alejandro Fernández) lo tengo un 80% terminado, ya lo cantó todo, sólo hay de- talles técnicos que falta realizar como productor, pero es un hecho. Viene un disco de mi hijo José Manuel que esperamos alcanzar a terminarlo a finales de este año o principios del que viene. Gracias a Dios, estoy muy emocionado, tengo muchas ilusiones.
El 24 de abril de 2010 regresó con Marco Antonio Solís y Alejandro Fernández; vino en 2011 y 2012. Su último concierto en Chicago fue el 27 de abril de 2014, cuando se presentó con Los Tigres del Norte en la gira “La última maroma”, con la que marcaba su despido de los espectáculos ecuestres y que resultó ser la última.
Se había pautado un concierto este año, el 3 mayo, que se cancelaría en abril cuando se anunció que el cantante estaba hospitalizado.
Ahora, “La última maroma”, el concierto de 2014 fue el último de “el rey del jaripeo” en Chicago. En esa ocasión no hubo entrevista, pero sí la oportunidad de retratarse con él.
Que es tesoro ahora. Porque la niña que lo vio a los 11 años, la que no le creía a su prima que Joan iba a la casa de su tía en la calle 16, jamás pensó que de adulta, lo entrevistaría. Y que sintiera necesidad de contar estas historias que como en buen pueblo, se entrelazan y se confunden.
Artículo publicado en HOY (ahora sitio Chicago Tribune en Español), el 17 de julio de 2015.